Lo tengo decidido. De mayor quiero ser perro y triunfar en los escenarios de medio mundo. Cuando sea grande pisaré los platós de las
principales televisiones del planeta. Y cosecharé tantos éxitos que seré
admirado allí por donde pase. Escucharé miles de ovaciones, cobraré miles de
euros, disfrutaré en cientos de orgías con todo tipo de vicios. De mayor quiero ser perro, para acabar como los
grandes ídolos del rock, hundido en la soledad, borracho de éxito y de quién
sabe cuántas sustancias adictivas.
Lo tengo decidido. Empezaré mordiendo todo lo que encuentre a mi paso en la
casa de mis dueños: peluches, zapatillas, muebles… Mearé y cagaré donde me
plazca, escuchando alguna reprimenda sin demasiada violencia. Luego, para
contentar a los humanos, haré como que me siento y daré la patita. Me empezaré
a preparar entonces como artista: juegos con pelota, saltos y acrobacias cada
vez más complicados, haré tantos ladridos como mi dueño me exija… Y, entonces,
¡llegará el día!
Los focos a mi persona… Perdón: los focos a mi hocico.
Díganle al realizador que mi lado bueno es el derecho.
Música. Cámaras. Y
acción: comienza el rodaje de ¡Vaya
fauna!, en Telecinco.
A partir de ahí, ya saben cómo acaba la historia.
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