Lucas se enteró tarde, muy tarde, de que los Reyes Magos eran sus padres. Al principio, pensó que sus padres, por algún tipo de conjuro, tenían superpoderes con los que podían recorrer el mundo en unas cuantas horas para dejar regalos a los niños. Una horas después, recapacitó: los Reyes Magos son los padres, con sus carteras, sus billetes, sus horas de trabajo, sus nervios a la hora de encontrar el juguete que esperaba...
Si los Reyes Magos eran los padres, Lucas temió que otras muchas mentiras rodearan su corta existencia. Le habían dicho desde que tenía uso de razón que "abuelo" estaba en el cielo. ¿Y si en verdad "abuelo" estaba vivo pero se ocultaba junto a otros abuelos de otros tantos niños en un mundo paralelo, quién sabe, debajo del mar, por ejemplo? Quizás por eso, la madre de Lucas no le dejaba distanciarse demasiado de la orilla con sus gafas de buceo. ¡No quiero perderte de vista en la playa!, decía.
La del "abuelo" podría ser otra mentira como la de los Reyes Magos. Y tal vez también lo sea lo del paro de su padre: la versión correcta podría ser que seguía trabajando pero como espía para el Gobierno. ¿La excusa? Papá está en paro. ¿Más posibles engaños? La boda de su hermana con el melenudo: podría ser una farsa para tener libertad y dejar la casa familiar. Tanto lloro de mamá me va a volver loca a mí, decía la hermana de Lucas habitualmente. Hablando de la madre del pequeño... Lucas, tras enterarse de que los Reyes Magos eran los padres, cayó en la cuenta de otra cosa: la enfermedad de su madre podría ser una absoluta obra de teatro. ¿No decían en la tele que para ser concursante de Gran Hermano había que dar juego y espectáculo? ¿Y si la madre de Lucas había convertido su vida en una especie de programa de televisión para una cadena extranjera y aquello que llamaba depresión era una fórmula más para atraer audiencia?
Demasiadas preguntas, pocas respuestas. El niño quiso poner entre las cuerdas a su abuela. ¿Me vas a decir ahora que todo lo que cuentan en la tele es mentira? ¡Já! Abuela: la tele es tan verdad como que los Reyes Magos son los padres.
La abuela de Lucas, sin apenas inmutarse, le pidió que bajara la voz. Quería saber si Rajoy, Sánchez, Iglesias o Rivera habían logrado formar gobierno. Última hora, decía la pantalla. Nada de nada, le dijo la abuela a su nieto. Seguimos sin presidente. Tu padre en paro, tu madre enferma, tu hermana sin apenas dinero para el alquiler, mi pensión de viudedad es una basura. No nos llega ni para comprarte por Reyes aquello que nos pediste.
Lucas suspiró y pensó: suerte que siempre están ahí el Ratoncito Pérez y Papa Noel para los regalos. Y la tele para seguir contando mentiras piadosas o verdades dulcificadas.