martes, 8 de marzo de 2016

El día que conocí a Bertín Osborne

He coincidido con Bertín Osborne en dos ocasiones y en ambas me ha decepcionado.


La primera vez, siendo niño, pasó de mí. No tenía tiempo para los concursantes del programa que le dio trabajo durante años con grandes datos de audiencia. No fue capaz de firmarme un autógrafo ni de hablar apenas para darme ánimos. Ni a mí ni a ninguno de mis compañeros que participábamos, con nervios, en aquel mítico Menudas Estrellas. 




La segunda vez, siendo adulto, no pasó de mí. Pero llegó tarde, muy tarde a la cita. Con cierto aire de superioridad, no pidió disculpas por su falta de respecto al trabajo de los demás. Encima, Bertín presumió de vivir y trabajar sin guión. Según sus palabras, a él no le gustan las escaletas. Prefiere no preparar nada, sale al escenario y dice lo que le va viniendo a la mente. 


Ahora vuelve a molestarme una actitud suya. Para empezar, su nuevo exitoso programa me parece un ataque indiscutible a la intimidad por la que tanto han luchado los famosos de nuestro país en las últimas décadas. En tu casa o en la mía es un formato que explora la vida de gente popular en lugares inaccesibles para el público en general. Pese a ello, reconozco el gran pelotazo en audiencia que ha dado este programa a Televisión Española, pese a aportar más bien poco a la idea de pedagogía democrática que debe primar en la tele pública. Ahora, Bertín rompe con TVE. Y es muy probable que su formato se emita a partir de ahora en una televisión privada, donde encuadra mejor su programa. No son pocos los rumores que lo sitúan ya en Mediaset, el grupo televisivo de Telecinco y Cuatro. 


Bertín no para de cabrearme: desde niño hasta hoy. 



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