Y
escribo Tele con mayúscula porque se
lo merece, porque en no pocas ocasiones el ruido incómodo de contertulios
gritones – de debates políticos, futbolísticos o del corazón – acaba aplastando
grandes proyectos televisivos que merecen ser aplaudidos. En Televisión
Española, por ejemplo, triunfó y seguirá triunfando Isabel, una serie que llegará incluso a la BBC británica. Ha sido un ejemplo de entretenimiento de
calidad y con un clarísimo enfoque de servicio público: reforzar el
conocimiento por la historia de nuestro país más allá de la obsesión
cinematográfica por la Guerra Civil.
Historia
que nos sirve para recordar lo que fuimos y aprender de los errores cometidos
para intentar no repetirlos. Historia como parte fundamental de la vida de una
nación. Historia en televisión para entretener y educar. Esa es la base del
programa Viaje al centro de la tele (martes
a las 23.20 horas, una hora menos en Canarias), también otro éxito de TVE. Para
quien no lo haya visto: se trata de un formato de zapping de fin de semana
basado en el amplísimo archivo documental de la cadena. Pero no es una sencilla
sucesión de imágenes: el montaje del programa está cuidadísimo, los textos que
narra la voz en off complementan a la perfección las imágenes con ironía y
sencillez. Y además los elementos visuales de transacción son dibujos creados
por el genial Forges.
El programa
nos enseña la evolución de ciertos temas a lo largo de las últimas décadas en
nuestro país: la música, el turismo, las tradiciones… Al fin, un programa que
trata con delicado respeto a los mayores horteras que han pasado por la tele
pública. Un formato que dice mucho de los profesionales que trabajan dentro de
la casa y que con su esfuerzo y originalidad superan a las noticias negativas
sobre RTVE que publican a diario los medios de comunicación.
Viaje al centro de la tele, una excursión por la historia
de España a través de lo emitido en TVE, un paseo que nos invita a sonreír
delante de la caja tonta.
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