Yo no entraré a discutir en qué y en dónde se gasta su dinero la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Me alejo de los debates éticos sobre la idoneidad de que una alcaldesa de antiguas izquierdas veranee o no en un chalet de lujo. Mi preocupación es otra: ¿puede un alcalde o alcaldesa irse de vacaciones a pesar de haber estado trabajando algo más de dos meses?
Cambiemos la situación:
Un restaurante contrata a un camarero a finales del mes de junio de 2015. Y, en agosto, el empleado pide a su jefe unos días de vacaciones para ir a la playa con amigos y familiares. ¿Tiene lógica? Sustituyamos restaurante por cualquier otro tipo de empresa y camarero por cualquier otro tipo de trabajo. ¿Se imaginan a un joven recién contratado pidiendo días de vacaciones?
No me parece justo. Vale que los "pobres" políticos están cansados tras una dura precampaña y campaña electoral. Vale que su trabajo como alcaldes o concejales les exige echar horas... Pero, hombre, podrían esperar un poco más y cogerse las vacaciones el próximo año. Máxime cuando saben que los primeros meses de mandato son los más complicados en tanto que supone la reorganización de la institución que presiden.
¿Las vacaciones? Para quien se las merece. Y un trabajador que se dedique a ser alcalde, camarero, peluquero, domador de leones o aventurero, no ha demostrado en dos meses méritos suficientes para ganarse unos días de descanso.
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