Ponte en situación: eres periodista y te dicen que tienes que hacerle una pequeña entrevista al Rey Felipe en directo para toda España. Lo haces durante la previa de la final del Eurobasket. El responsable de prensa que acompaña al Rey te anuncia que está a punto de llegar. Miras al fondo y ves a un hombre alto, encorbatado, de sonrisa larga, que camina a paso lento saludando con aires de cierta grandeza a todo el que se encuentra en su camino.
Poco a poco, llega a ti. Te extiende la mano. Le das las gracias por aceptar la entrevista. Por el pinganillo te dicen que queda un minuto para que la conexión en directo. Durante esos larguísimos sesenta segundos, el Rey apenas te mira: atiende con gestos los consejos de su asesor. ¿Tengo bien colocada la corbata? ¿Qué tal mi pelo? ¿Qué ha dicho mi hermana Cristina: se divorcia de Urdangarín o no? ¿Mi madre sigue fuera de España? ¿Y mi padre sigue queriendo controlarlo todo?
Atención: estás en directo. Y ¡zás! Ocurre esto:
No es porque sea el Rey... A un entrevistado, qué quieren que les diga, el periodista debería estar acostumbrado a tratarlo de usted. De todos modos, sabiendo que los Borbones españoles son los "reyes" de la ruptura del protocolo, pues... Tampoco será para tanto.
En fin: al Rey mejor de usted. Pero, ¡no nos enseñamos con nadie por esta cuestión!
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