jueves, 27 de agosto de 2015

La derecha lo ha perdido, pero la izquierda no lo ha ganado


¡Ay Francisco! En España no creas que se te quiere mucho. ¡Qué va! A casi todos molestas. Tu actitud, novedosa para quienes estamos acostumbrados a papas aburridos, inquieta a los anticuados y a los modernos.


A la gente de derechas: 



A la gente de derechas que vive anclada en el pasado, le incordias con tus comentarios tan aperturistas: tu insistencia en lo perjudicial del cambio climático, tu intenso odio al despilfarro, tu intento de acercar a divorciados, homosexuales y otro tipo de personas que han sido repudiadas por sacerdotes de tu misma religión, tu NO a Rouco y tu SÍ a los jesuitas y franciscanos. ¡Vamos! El Papa ha dejado de ser el espejo espiritual y justificante de los viejos argumentos de sacerdotes y católicos politizados en las viejas formas. 



A la gente de izquierdas: 

El vehículo del Papa Francisco: un Ford Focus (FOTO: El Mundo)
¿Y la izquierda? ¿Qué va a decir ahora la izquierda más revolucioaria de ti y de la Iglesia? ¿Acaso no es Dios el opio del pueblo, dicen? Ya no pueden hablar así: "Mucho pedir dinero para los pobres y al final el Papa va en cochazos de lujo". No. Porque tú vas en un Ford Focus, el mismo que puede comprarse un profesor, un cocinero o un peluquero. Tú has eliminado privilegios y, dentro de lo razonable, has intentado ser uno más en un mundo plagado de quienes intentan estar por encima del otro. ¿Marketing? Puede. Pero, ¡bendito marketing! A la izquierda no le interesa un Papa como Francisco: ya no es tan fácil criticar a la Iglesia, aún con sus miles defectos inmóviles, porque el nuevo pontífice habla el mismo idioma que la gente de la calle, de los que sufren la pobreza, el odio, la incomprensión. Basta con decir que personas tan ajenas a lo eclesiástico como Pablo Iglesias ha tenido que desarrollar en su partido, Podemos, un círculo dedicado a la espiritualidad. 

Así que, querido Francisco, nos cuesta en España asimilarte. Por suerte, tanto en la izquierda como en la derecha existe militantes que entienden tu labor o que, al menos, la respetan. Suerte que poco a poco en España, a ambos lados políticos, parecen estar surgiendo voces modernas que quieren acabar con lo antiguo, con los argumentos del fatídico 1936... 

Lástima que tú, Papa, seas el que lleve la delantera. 


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